Bas Jan Ader: Tra due mondi en Villa delle Rose

Para hablar de Bas Jan Ader tal vez sea conveniente empezar por el final. En 1975 Ader, artista holandés afincado en California desde 1963, partió de las costas de Massachussets en un pequeño velero de cuatro metros con la idea de cruzar el océano Atlántico y llegar a Holanda. La idea algo descabellada pero no imposible formaba parte del proyecto In search of the Miracolous, una trílogía en la que el artista exploraba conceptos como el yo y el absoluto. Desapareció durante la travesía sin dejar rastro, el final trágico fundamental para la creación de un mito. Y no sólo el final alimenta la leyenda sino que el físico también le acompaña, me permito la licencia de soltar una frivolidad -esto es un blog y no ArtForum- Bas Jan Ader era una suerte de Steve McQueen con aire existencialista, otro requisito más para pasar a los anales de la historia del arte en forma de mito.

Bas Jan Ader, In Search of the Miraculous. Foto: Camilayelarte
Bas Jan Ader, Farewell to Faraway friends, 1971. Foto: Camilayelarte

Más allá de la leyenda, la exposición Bas Jan Ader: Tra due mondi comisariada por Javier Hontoria y en muestra en Villa delle Rose, una de las sedes del MAMbo, explora  la singularidad de la obra del artista holandés más allá de su contexto histórico y cultural. Si hablamos de arte conceptual, corriente a la que se adscribe la obra de Ader, a pocos o ninguno nos vendrá a la cabeza conceptos como el sublime o la experiencia poética del yo ante el poder absoluto de la naturaleza, y sin embargo a lo largo de la exposición aprendemos que más allá del conceptualismo emocionalmente seco a lo LeWitt en los sesenta hubo quien supo crear un arte conceptual de aires románticos, donde tenía cabida el existencialismo sin perder el sentido del humor, un sentido del humor que también servía para cuestionar la utopía moderna simbolizada por el principal referente artístico del país de origen del artista.

Bas Jan Ader, Nightfall, 1971. Foto: Camilayelarte
Bas Jan Ader, On the Road to a New Neo-Plasticism, 1971. Foto: Camilayelarte

Conceptualismo y poética van de la mano y se desgranan en las salas de la Villa delle Rose, un edifico al que se accede por una gran escalinata de piedra custodiada por leones envueltos en mantos de musgo verde que dan paso a los jardines que circundan el espacio expositivo. Jardines fríos y desnudos que predisponen a cierta melancolía y que un poco sin quererlo se convierten también en parte del discurso de la exposición. La mirada del visitante se mueve entre estos dos ámbitos, el del interior del espacio expositivo y el del exterior, el del paisaje y la naturaleza. De esta predisposición romántica del yo en relación a la naturaleza nos habla la sala con la que se abre la exposición. El misticismo y la melancolía de los paisajes de Caspar David Friedrich se cuentan entre los referentes de una serie de fotografías en las que Bas Jan Ader se nos presenta ya como un wanderer Goethiano, el sujeto errante que cuestiona su condición existencial ante la inmensidad de la naturaleza, la figura del artista solitario, como del monje de Friedrich ante el horizonte del mar. El agua, elemento premonitorio, se anuncia sorbo a sorbo en la performance The Boy Who Fell Over Niagara Falls. Ser y desaparecer, como condiciones existenciales a las que el artista se acerca desde el humor como en la serie Tea Party, donde Ader desaparece cuál ratón en una trampa, o bien desde nociones como la fragilidad presentes en la performance de Nightfall.

Villa delle Rose. Foto: Camilayelarte
Bas Jan Ader, Primary time, 1974 y Broken Fall (geometric), 1971. Foto: Camilayelarte

Fragilidad, desequilibrio, caída, conceptos que también sirven para mirar con ojo crítico y no poca ironía la utopía moderna de su connacional Piet Mondrian. En Broken Fall (Geometric) un Ader en pie ante la vertical representada por el faro de Westkapelle que se alza tras de sí, se debate contra el viento que trata de lanzarlo al suelo, dibujando en el espacio la impura diagonal que rechazaba Mondrian. De nuevo aquí un elemento de la naturaleza, el viento, puede más que la voluntad del artista, más que la utopía del proyecto moderno.

Bas Jan Ader, Thoughts unsaid, then forgotten, 1973. Foto: Camilayelarte
Bas Jan Ader, I'm too sad to tell you, 1971. Foto: Camilayelarte

Si buena parte de la materia con la que trabajaba el arte conceptual de los sesenta tenía que ver con el lenguaje, en el segundo piso de la exposición vemos cómo Bas Jan Ader lo incluye en su práctica artística. En Thoughts unsaid then forgotten la palabra se escenifica, toma cuerpo y ocupa el espacio a través de una instalación. También aquí vemos la más conocida de las obras del artista, I'm Too Sad to Tell You, un film mudo que muestra un plano fijo al artista llorando sin que sepamos el motivo y sin que éste verdaderamente importe, puesto que aquí la verdadera protagonista es la tristeza y no la causa de ella. Y si llegados a este punto de empatía con la obra y el artista la exposición podría cerrarse con la última etapa de In Search of the Miracoulous, el comisario ha tenido a bien de mostrarnos la caída de Ícaro, sí, pero desde su vertiente más cómica. La última sala nos muestra al Ader protagonista de gags al estilo slapstick en las performance de absurdas caídas que nos hacen pensar en Buster Keaton o en Samuel Beckett si se tira más del concepto del absurdo. Caer estúpidamente por un canal de Amsterdam mientras se va en bicicleta o colgar de la rama de un árbol hasta precipitarse sobre un arroyo, nos lleva a sonreír ante el fracaso. Una foto de un velero anunciando la segunda parte de la trilogía de In Search for the Miracolous cierra el recorrido por la trayectoria del artista, recordando sin caer en lo morboso la última caída, el último fracaso de un héroe trágico.


Bas Jan Ader. Tra due mondi
Comisario: Javier Hontoria
MAMbo Villa delle Rose, Bologna (mapa)
Hasta el 17 de Marzo de 2013


Camila y el Arte

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